La Zuia-bira ha empezado en el bar Plaza (donde desapareció mi gorro, o mejor dicho, el gorro de mi vida), como es debido, con un cafetito mañanero a las 8:00 de la mañana. A las ocho y medía tras pasar por la adscripción y saludar a nuestros mayores contrincantes (esos habitantes de Guillerna) hemos salido felices y contentos.
Enseguida llegamos al primer control y avituallamiento, donde rellenamos el buche. Los habitantes de Guillerna están controlados, y aunque salen antes que nosotros, conseguimos alcanzarlos.
Pasamos por el puente de Arlobi y cabaña de pescadores, seguimos hasta Aldarro y comenzamos a pensar en la cuesta del Berretín, que aunque este año es más corta, no deja de ser insufrible: un cortafuegos sin ningún atractivo que hacia las 12 de la mañana no es el mejor plan que se me ocurre para esas horas. ¡Con lo bien que estaríamos en una terracita a la sombra tomando un refrigerio!
Todas las paranoias inimaginables que os vengan a la cabeza nos asaltan a nosotros. Al llegar a la confluencia con la bajada del recorrido largo vemos a lo lejos a los de Guillerna (¡otra vez!) que nos habían pasado... Bueno, algo normal si tenemos en cuenta que van dopados, con una sobredosis de bota...
Ya estamos llegando a Markina, por tanto cerca de la meta... Es la hora de que Jordi y Eduardo canten el himno del grupo: "es una lata el trabajar, todos los días tenerte que..." El calor hace estragos en el cerebro, y alguno se cree que es el ganador de la Zuia Bira.
Seguimos hacia Sarria y ya comenzamos a ver los huevos fritos más cerca. Entramos en la meta, los primeros después de los anteúltimos y nos obsequian con un litro de leche entera y un botellín de agua.
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