domingo, 12 de julio de 2015

Gorbea desde las canteras de Murua

¡Ya era hora de que Arabamendi subiera  a la cruz del Gorbea! Para la ocasión elegimos subir a este emblemático monte desde las canteras de Murua. Salimos temprano, pues el día se preveía caluroso... Tras llegar al pueblo de Murua, tomamos la carretera (¿?) de las antiguas canteras... Pasamos por la cueva de Zubialde, otrora "capilla Sixtina del arte paleolítico"... Para las 7,30 ya estábamos en el aparcamiento.
Antes de llegar al parque infantil de las canteras, desde el mismo parking, cogemos un camino a la izquierda que está bien señalizado. Pasamos por Peña Itxina, que nos ofrece una buena perspectiva aérea del parque infantil y de la cueva Batasuna Zuloa, donde Eduardo pasó allá por finales de los 70´s una buena temporada espeleológica... La verdad es que merece la pena madrugar... Con el fresco de la mañana se sube más ligero.
Enseguida dejamos el camino que lleva a las cuevas de Mairulegorreta a la derecha y seguimos subiendo.  Hay un par de pendientes con piedra suelta que no son cómodas para las articulaciones un poco tocadas.
Cuando desaparecen los árboles y llegamos a un sendero que transcurre entre helechos, encontramos una fuente a la derecha. Los brezos están en flor y dan un toque espectacular al paisaje. Un poco más adelante, llegamos a la zona de Egillolarra, donde las plantas de los arándanos nos obsequian con sus frutos. A cierta altura, tienen más fruto que más abajo; al parecer la altitud es determinante para que fructifiquen.
Seguimos por el sendero, que transcurre ahora con menos pendiente. Hasta ahora las nubes han estado por encima nuestro, pero a partir de este momento empezamos a penetrar en una niebla baja que de vez en cuando deja ver el cielo azul. La cruz aparece y se esconde de nuevo. Ya casi hemos llegado.
Nos adelantan unas jóvenes que confunden a Eduardo con Brad Pitt... desde ese momento queda rebautizado como "el Brad Pitts del Gorbea".
Una vez en la cruz el sol brilla que da gusto, pero lo único que vemos es un mar de nubes en todas direcciones.  Tras un trago de agua y unas barritas energéticas nos disponemos a bajar.
En Gopegi, en el Artzegi, nos esperan nuestros ansiados huevos fritos para almorzar. Esta vez, por cierto, unos huevos sin parangón.
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